Hace un par de meses, como hacemos todos los años, me reuní con mis amigas de cuando estudiaba en Barcelona, en la Escuela Universitaria Formatic Barna. Es un encuentro al que nunca falto ya que hace muchos años que nos conocemos y nos seguimos llevando igual de bien que por aquel entonces. Seguro que influye el hecho de haber elegido bien donde estudiar, porque todas tenemos una buena situación, sin problemas económicos, y nos dedicamos a hablar de banalidades y a reírnos todo lo posible. En esta última reunión el tema estrella fue el sexo, ya que muchas de ellas decían que la rutina les llevaba siempre a hacerlo los sábados por la noche, en la cama, cuando los hijos se habían dormido, y poco más. No había nada de variedad, era casi como una obligación. Y es justo lo contrario a lo que debe ser el sexo, que tiene que ser algo que nos haga sentir deseados, donde veamos las ganas y el deseo del otro. Tanto que nos hace subir la autoestima, especialmente el sexo casual.
La verdad es que yo no tengo queja en este sentido con mi pareja, así que les prometí que a la vuelta de la reunión en Barcelona les escribiría un artículo acerca de cambiar las rutinas y probar nuevos lugares donde practicar el sexo para que mejorase su vida, algo que a mí me funciona a la perfección, ya que siempre tiene un punto de incertidumbre y de excitación que hace que se desee con más fuerza.
Como todas las parejas, mi marido y yo solemos hacerlo mucho en la cama. No hay un lugar que sea más cómodo que este, por decirlo así sinceramente. Es una cama grande donde los dos disfrutamos y tenemos espacio de sobra para probar diferentes posturas. Quizás la clave esté ahí, en que no siempre lo hacemos igual, sino que tenemos libertad y confianza para hablar de probar cosas nuevas, e incluso no nos limitados simplemente a cambiar de posturas, sino que también introducimos otro tipo de juegos, como vibradores, anillos de placer, bolas chinas o esposas, y también probamos a divertirnos con cremas y masajes para resbalar mejor por la piel del otro o incluso jugamos a echarnos dulce por encima y a no dejar nada en el “plato”.
Pero, como decíamos, también se puede cambiar la rutina cambiando simplemente de lugar. Nosotros todos los años nos vamos un par de veces de vacaciones sin nuestros hijos. Y es un momento que los dos esperamos con gran deseo. Aquí damos rienda suelta a nuestros placeres sin cortarnos, que es algo que en casa no nos queda más remedio que hacer. Solos, en una casa de turismo rural alquilada y elegida cuidadosamente para que esté apartada de los vecinos, podemos gritar de placer juntos. Y sé que es una de las cosas que a él más le excita y le pone, ver lo que me hace sentir, algo que reprimo cuando sé que alguien puede oírnos. Otra de estas escapadas puede ser también a un hotel, donde muchas veces filtramos por criterios como que tenga una enorme bañera de hidromasaje o un jacuzzi donde jugar juntos y dejarnos llevar por el erotismo del agua.
Y es que el agua tiene algo de especial a la hora del sexo que pocas sensaciones la igualan. En este sentido, nosotros vivimos en Madrid, donde ahora han proliferado mucho los centros de spa privado, donde tienes una hora (o las que contrates) para estar a solas con tu pareja en un lugar muy íntimo, que nos suelen decorar con velas y donde reducen la luz para dar ambiente y propiciar ese encuentro.
En la playa también es posible disfrutar de este tipo de sensaciones, pero para esto hay que tener más dinero si no queremos que nos vean o nos detengan por escándalo público. Muchas casas tienen una pequeña porción de playa privada y cerrada que podemos aprovechar para alquilar en alguna de nuestras vacaciones.
En casa también se puede probar
Pero no siempre tenemos que salir fuera para romper con la rutina. Nuestra casa, si tenemos la suerte de estar solos, es todo un laboratorio donde dar rienda suelta a nuevas ideas y deseos. Muchos son los hombres que confiesan que les encantaría hacerlo en la cocina, sobre la encimera. Con ella sentada y él frente a ella.
Asimismo, en el suelo, sobre una alfombra, puede hasta rejuvenecernos. Ahí sí que no hay límites de espacio y todo vale. Unos cojines nos pueden ayudar a probar nuevas posturas y estar algo más cómodos.
¿Y qué se puede decir del sofá? Uno de los lugares de más confort de la casa donde practicar diferentes posturas por la posibilidad que da de sentarnos y tener un respaldo que no nos haga daño. Aquí, viendo una película, deslizando una mano para empezar a jugar con las caricias, todo puede surgir.