Es muy gracioso el tema de las terapias de pareja porque no mentiríamos haciendo afirmaciones contradictorias. Por un lado, el número de parejas que se inician en este tipo de terapia asciende cada año un poco más, y por otro lado, el número de parejas que creen que la terapia no sirve de nada sigue siendo realmente alto. ¿Cómo puede ser eso?
Mientras que unos creen que sólo son un modo de alargar más la tortura de una muerte anunciada y ven en la terapia el último escollo al que agarrarse un poco más antes de hundirte irremediablemente, otros opinan que cuando ambas partes ponen de su parte, la terapia puede ser la salvación.
Leonor Fernández Doménech es una psicóloga y profesora universitaria con gran experiencia profesional en terapia de pareja en Valencia. Según esta experta, a través de la terapia de pareja se pueden tratar problemas de convivencia, falta de deseo sexual e insatisfacción, procesos de separación, conflictos en general, disfunciones, etc. Y, si bien es verdad que en el tema sexual rara es la pareja que llega sin conocimientos a la convivencia, sí es verdad que parejas que llevan años juntas y se han llevado siempre estupendamente, pueden entrar en conflicto cuando se van a vivir juntas. A veces esos problemas se subsanan solos con el paso de tiempo, otras veces se convierten en obstáculos insalvables que acaban destruyendo la relación.
Dicho esto, debemos tener en cuenta que, como ya hemos dicho, no toda la sociedad cree en la eficacia de estos tratamientos por lo que nunca está de más mostrar datos fehacientes de la situación actual en este sentido. ¿Sirven de algo las terapias de pareja?
Ambas partes han de querer colaborar
Hay que remarcar que, de manera generalizada, los factores comunes que siempre suelen desencadenar las crisis suelen ser: discusiones, mala convivencia, rutina, falta de sexo o infidelidades. Lógicamente puede haber más factores pero, si en general, estos son los motivos más comunes por los que una pareja decide ir a terapia para salvar su relación o, por lo menos intentarlo, es correcto decir que suelen ser los problemas más habituales entre la población y, por ende, si consiguiésemos tratar esos problemas podríamos ayudar a la mayor parte de las parejas existentes ¿Correcto? Bien, entonces… ¿por qué parece descabellado pensar que un profesional pueda ayudarnos a tratar unas causas que, como hemos comprobado, son visibles y comunes en la mayoría de los casos?
Ahora bien, la terapia es mucho más eficaz si se acude nada más observar el malestar en la relación que si se deja pasar el tiempo hasta que el desgaste puede más que cualquier cosa. Los datos, sin embargo, dicen que solemos esperar entre cinco y seis años antes de acudir a terapia, a pesar de haber observado indicios de que la relación no funciona tan bien como nos gustaría mucho antes. ¿Podemos entonces culpar a la terapia si no funciona, o debemos culparnos a nosotros mismos? Es como si encontrásemos signos en nuestro cuerpo de que algo va mal y, aun así, dejásemos pasar el tiempo años y años para ir al médico, quien nos dice al final que ya no hay nada que hacer. ¿Debemos culpar a ese facultativo, a la medicina o a nosotros mismos?
Lo primero que se hace en estas terapias es encontrar el verdadero problema. La mayoría de las parejas van a consulta porque discuten mucho pero detrás de todas esas discusiones hay conflictos sin resolver que provienen de un problema real por el cual la relación no funciona como antes.
La tarea principal y el objetivo primordial para el experto es conseguir que ambos miembros de la pareja se pongan en los zapatos del otro con el fin de que vean el problema desde ese otro punto de vista para que sean capaces de comprender los motivos que tiene su pareja para estar molesto o molesta. No se trata de dar la razón al otro sino pensamos como él, sino de entender sus motivos para comportarse como lo hace. Por ahí es por donde se empieza a resolver el problema y a poner unas bases para volver a ilusionarse.
La terapia, en sí, no resuelve nada, somos nosotros quienes, con su ayuda, podemos resolver las cosas y, para ello, debemos estar predispuestos a colaborar. De lo contrario de poco sirven esas citas con profesionales. Por tanto, la terapia de pareja es un recurso más al que se puede llegar si así lo deseamos. Es, por tanto, una herramienta que puede beneficiarnos y ayudarnos a llegar a un punto final, tanto en una dirección como en la otra, pero para que funcione, ambos deben querer colaborar.