Nunca pensé que un cambio de casa iba a provocar la salvación de mi matrimonio. Os cuento todos los detalles de mi historia, que la verdad es que podría dar para un Multicine de esos de Antena 3 después de comer. Yo llevaba con mi esposa 20 años. 10 como novios y otros 10 como marido y mujer. Al principio, como en todas las cosas, todo era maravilloso, pero con el paso del tiempo, como en todas las cosas, la relación se fue desgastando. Yo veía que ella no era la misma, faltaba pasión, faltaba chispa.
Y sí, como en todas las cosas, tuve que buscar lo que no tenía en casa, fuera de ella. Comencé a entrar en páginas de relaciones para casados. La verdad es que nunca pensé que hubiera tanta gente que estuviera desilusionado con su matrimonio. Comencé a meterme más de lleno. Hasta que un día coincidí con una chica con la que hubo feeling. Al principio solo fueron mensajes. Luego dimos el paso de darnos el whatsapp y de ahí a tomar un café. Físicamente los dos estábamos bien, pero en lo que más conectamos fue en nuestros problemas.
Peligro
Al igual que yo, ella llevaba mucho tiempo con su pareja y ya la relación estaba desgastada. Meses sin hacer el amor, sin besos ni pasión. Es decir, vivir por vivir. Como yo, tampoco tenía hijos. Así que el roce hico el cariño, y como en todas las cosas, acabamos más unidos de lo que pensábamos. No quiero eufemismos. Efectivamente, mantuvimos una relación. Al principio escondidas en un hotel, pero cada vez queríamos más y más. Y claro, el presupuesto para hoteles se nos iba de las manos. Así que decidimos ir a nuestra casa, ya que el horario de trabajo que tiene mi mujer, nos lo permitía. Las primeras veces no ocurrió nada, pero un buen día…nos pilló.
La pillada
Ella se puso mala y tuve que regresar a casa antes de tiempo. Como si se tratara de un chiste o de una película nos pilló en la cama. En este aspecto prefiero no dar datos, porque supongo que seréis conscientes de que la situación no fue cómoda para ninguno de los tres. ¿Qué pasó después? Pues que yo lo hablé con mi mujer. Fueron días muy duros. De lloros, de reproches, etc. Pero un día, yo comprobé que ella seguía siendo el amor de mi vida, que lucharía por ella. Como es lógico, ella al principio no quería, pero me dio una oportunidad. Hablamos, hablamos mucho, y la conté qué me llevó a tomar esa situación. Y aunque soy consciente de que toda la culpa fue mía, ella también se dio cuenta de que no había obrado bien.
El perdón
Una vez perdonado, solo me pidió una cosa. Que nos fuéramos de esa casa. Era normal. Todo lo que estaba allí, sobre todo la habitación le recordaba a aquella mañana. Así que decidimos cambiarnos de casa. Era una decisión dura, pero yo quería demostrarla que apostaba por la relación. Así que nos pusimos a mirar y después de una visita a la inmobiliaria Fresno decidimos comprarnos un chalet en Daganzo de Arriba, un municipio en el este de la Comunidad de Madrid y que cuenta con alrededor de 10.000 habitantes. Y que es famoso por su camping.
Ahí comenzaba nuestra nueva vida. Y así fue. Mi mujer cambió de actitud y todo volvió a ser como antes, bueno, mejor. Con comunicación y respeto mutuo. Esa casa nos ha devuelto la pasión y la ilusión por una pareja que hasta que no perdió lo que tenía, no se dio cuenta de lo que quería.