Percibimos la infidelidad como una traición. La respuesta fácil en estos casos es echarle la culpa a la pareja. Detrás de un episodio de infidelidad se suele ocultar una realidad más compleja.
La infidelidad suele ser una manifestación de otros problemas más graves que existen en la pareja.
Manel, de Barcelona, cuando descubrió que su pareja le era infiel, su primera reacción fue la de intentar irse de casa. Se sentía dolido; sin embargo, notaba que aún quería a su mujer y le costaba tirar por la borda todo lo que habían construido juntos. Para gestionar la situación acudió a la consulta de la Doctora Emma Ribas, una psicóloga y sexóloga especializada en temas de pareja. Tras varias sesiones, a las que acudió con su pareja, descubrió que detrás de aquella infidelidad se escondía un abandono progresivo. Tal vez por el paso del tiempo, o por la rutina, Manel fue dejando de lado a su compañera. Ya no hacían cosas juntos, ni se preocupaba por lo que le interesaba a ella. Y sobre todo, había una falta de comunicación manifiesta entre los dos.
La infidelidad es más complejo que tener una aventura de vez en cuando o, como se dice popularmente, echar una cañita al aire. Veamos algunos aspectos relevantes sobre ella.
Manifestaciones de la infidelidad.
La infidelidad es una situación nueva, por tanto, se traduce en una serie de cambios de comportamiento por parte de la persona infiel. La revista Clara nos advierte de algunos de ellos. Estos son:
- Ocultar información sobre la interacción con otras personas. La persona infiel esconde que ha estado con su amante o lo presenta en otros términos. Algo que no sucedería si hubiera quedado con amigos para tomar un café o tomar unas copas, de lo que hablaría con naturalidad.
- Mentir o inventar excusas. Normalmente, se inventan coartadas para justificar el tiempo o el dinero gastado de manera no habitual.
- Sentir culpa, remordimiento y ansiedad. La persona que ha cometido la infidelidad tampoco se siente bien. Opina que sus actos pueden destruir una relación estable. Por eso, es normal que tenga comportamientos que no son los habituales. Llegando, incluso, a mostrarse extraordinariamente cariñosa con la pareja engañada.
- Comparar la pareja con otras personas. Cuando nunca lo había hecho antes, tiende a comparar su relación de pareja con otras conocidas o a su compañera o compañero con otras mujeres u hombres.
- Evitar el contacto físico. La persona que ha realizado la infidelidad suele evitar el contacto físico y los momentos íntimos con su pareja. Su cabeza está hecha un lío y ha perdido cualquier atracción sexual por su compañero.
Se habla de muchos trucos para comprobar si tu pareja te es infiel. Desde espiarla en secreto, hasta revisar su teléfono móvil, su correo electrónico o sus redes sociales. Son acciones, que en una situación normal, nos llegaría a producir rechazo. Yo opino, que no vale la pena caer tan bajo. Entre personas adultas, lo adecuado es mantener una conversación racional con nuestra pareja y expresarle nuestras sospechas. Aunque es probable que no lo reconozca, nosotros la conocemos lo suficiente como para interpretar sus reacciones.
Infidelidad sexual o infidelidad emocional.
Podríamos decir que la infidelidad sexual es aquella que se comete cuando una persona ha tenido relaciones sexuales con alguien que no es su pareja, mientras que la emocional es cuando se establece un lazo afectivo con el amante.
La revista Muy Interesante nos habla de un estudio realizado por la Universidad de Chapman en California (EEUU) sobre este tema.
Para realizar esta investigación se efectuaron entrevistas a 63.894 personas voluntarias con edades comprendidas entre 18 y 65 años.
Los resultados fueron reveladores. Mientras que un 54% de los hombres les molestaba la infidelidad sexual, a un 64% de las mujeres lo que les preocupaba era la infidelidad emocional. El porcentaje se mantuvo más o menos igual entre personas heterosexuales y LGTBI. Lo que indica que la percepción que tenemos de la infidelidad está condicionada por el sexo y no por la orientación sexual.
Un hombre considera que se ha cometido una infidelidad cuando se ha realizado el acto sexual, menospreciando otros aspectos como el apego emocional o las manifestaciones de cariño.
Mientras las mujeres suelen darle una dimensión diferente. Para ellas tiene más peso los lazos emocionales que se establecen con la otra persona, que el acto físico en sí. Probablemente, no se trate solo de un aspecto cultural o educacional, sino sobre donde se coloca el peso principal en las relaciones.
¿Por qué nos afecta tanto la infidelidad?
Evidentemente, un episodio de infidelidad implica una ruptura de la confianza, pero le damos tanta importancia a estos hechos por la base en la que están forjadas las relaciones humanas.
La sociedad en la que vivimos, el capitalismo, está basado en la propiedad privada. Pensamos que lo que tenemos es de nuestra propiedad. Esto incluye a nuestra pareja y a nuestros hijos. En cierto modo, es algo involuntario, proviene de nuestra práctica. Trabajamos para tener bienes y somos los bienes que tenemos. Nuestra relevancia social se basa en cuanto dinero tenemos, en que tenemos una buena casa, un buen coche y, si me apuras, una mujer o un hombre.
Por eso, cuando nuestra pareja nos ha sido infiel, lo percibimos como si nos hubieran robado algo. En ocasiones culpamos al amante. Este hombre o esta mujer que me ha quitado a mi pareja, que se acuesta con ella, que se la lleva por ahí.
El problema es que una persona no es propiedad de nadie. Tu compañera o compañero no es un bien que has adquirido, sino otra persona que voluntariamente ha decidido estar a tu lado, que ha tomado la decisión de ser tu compañero de vida. Ambos, vais a compartir vuestra vida conjuntamente.
Este sustrato de propiedad está en la base de manifestaciones rechazables como los celos, las relaciones tóxicas y el maltrato físico y emocional.
Es un aspecto que está ahí y que toda pareja debe trabajarlo para tener una relación sana y satisfactoria.
Las segundas oportunidades son complicadas.
Puede ser que tras haber pasado por una infidelidad y haberla abordado, la pareja, los dos, decidan darse una oportunidad. Hasta cierto punto puede ser lógico. Sobre todo en parejas que han construido juntos un entorno: una familia, un proyecto común, etc.
Debemos partir de que la infidelidad ha cambiado el escenario y que no se puede aplicar eso de “borrón y cuenta nueva.” Cuando uno de los dos ha traspasado la línea roja, existe la sospecha de que lo vuelva a hacer.
La infidelidad puede ser que haya dejado secuelas en la persona afectada que salen a relucir a modo de achaques y recriminación en discusiones que no tienen nada que ver.
Por otro lado, como vimos anteriormente, la infidelidad fue causada por otro problema de fondo existente en la pareja (incomunicación, falta y calidad de tiempo compartido, menosprecio, etc.) No basta con asumir la infidelidad y perdonarla. El problema de fondo está ahí y es necesario abordarlo.
Es incorrecto afirmar que las segundas oportunidades nunca fueron buenas. Depende de cada caso. Hay parejas que señalan que salieron fortalecidas después de una infidelidad. Lo que sí hay que partir es que no va a ser fácil.
Efectos psicológicos.
Desde luego, la infidelidad deja secuelas psicológicas en quien las sufre. Estas son algunas de las más habituales:
- Dolor emocional: La infidelidad genera sentimientos de traición, tristeza y enojo. Las personas heridas suele experimentar una profunda aflicción.
- Baja autoestima: Las personas engañadas pueden experimentar una disminución de la autoestima, ya que la infidelidad puede hacer que se cuestionen a sí mismas y su valía.
- Desconfianza: La confianza en la pareja se ve socavada, lo que puede afectar negativamente a la continuidad de la pareja.
- Ansiedad y depresión: La infidelidad puede desencadenar problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión, puesto que la persona afectada enfrenta emociones abrumadoras.
- Obsesión: A menudo, la persona engañada brega con pensamientos obsesivos sobre la situación vivida, lo que resulta perjudicial para su bienestar emocional.
- Dificultades en las relaciones futuras: Las personas que han experimentado una infidelidad pueden llevar estas experiencias pasadas a futuras relaciones, lo que puede dificultar la construcción de vínculos de confianza.
- Ira y rencor: Los sentimientos de ira y rencor hacia la pareja infiel son comunes, y pueden perdurar tiempo después de la revelación de la infidelidad.
- Pérdida de fe en el amor: La infidelidad puede llevar a una pérdida de fe en la idea del amor y las relaciones duraderas, lo que puede hacer que las personas se vuelvan más escépticas en el futuro.
- Aislamiento social: Algunas personas afectadas por la infidelidad tienden a aislarse socialmente, como una medida de protección para no volver a sentirse heridas.
Padecer una infidelidad puede resultar duro. Con este artículo no pretendo fijar pautas para afrontarla. Cada pareja es única y se rige por sus propias normas. Lo que sí debemos partir es de que la infidelidad ha creado un escenario nuevo y no podemos decir que todo siga igual.